El destino y la mala suerte llevan a Míriam a la desesperación. No es capaz de pagar sola el alquiler al que se había comprometido con su reciente ex, las deudas la ahogan y finalmente decide vivir en un lugar con todas las comodidades, “cómodos” sofás, baño y ducha, salas de reuniones..., es decir, la oficina donde trabaja.
Miguel Garmendia está a punto de perder lo único que tiene, la empresa que levantó desde joven porque precisamente dedicó su vida a trabajar, en lugar de disfrutar de ella como hicieron sus amigos y hermanos. Confiar en la persona equivocada, su contable, le ha llevado prácticamente a la quiebra. Sin embargo hay una esperanza, conseguir la herencia de su madre, bajo la condición de casarse. Claro que, no es tan fácil encontrar a una mujer que quiera casarse con un hombre como él y renunciar a una vida normal, aunque sea por unos meses. O tal vez sí... El único problema es que esa mujer es adicta al sexo y la abstinencia de ese matrimonio no es compatible con ella... Así las cosas... Míriam tendrá que establecer sus propias condiciones... ¡O no habrá trato!
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